La forma en qué vemos condiciona los procesos de aprendizaje y el desarrollo motor.
Por eso es importante lograr una detección temprana de los problemas de visión, pues un tratamiento precoz puede ser la clave para lograr un rendimiento escolar y físico acorde a la capacidad del niño.
En el Instituto Nacional de Optometría logramos, mediante un equipo de medida digital, conocer la ametropía (cantidad de dioptrías que tiene el ojo) de los niños desde el primer mes de vida; logrando así detectar miopías, hipermetropías, astigmatismos, anisometropías (diferencia de graduación de un ojo a otro), que si esperamos a los 4-6 años para detectarlas han podido jugar ya un papel importante en el desarrollo del bebé.
El método es muy sencillo y no requiere dilatación de la pupila; tan sólo que el bebé esté despierto.
Además de las dioptrías que tienen los ojos, desde los primeros meses de vida se puede saber si los músculos de los ojos trabajan de forma coordinada, si la agudeza visual se está desarrollando de forma adecuada y por igual en ambos ojos, si la capacidad de enfoque es normal e igual en ambos ojos, si la convergencia es normal y si tiene tendencia a desarrollar ambliopía (ojo vago).
Desde el momento en que el bebé gatea (etapa motora de vital importancia para el correcto desarrollo de la visión binocular) se puede valorar si está desarrollando de forma correcta la visión en 3D y si tiene tendencia a desarrollar o ya tiene, estrabismo o ambliopía.
Es por tanto, recomendable que se haga una valoración del sistema visual antes del año de vida y si todo está bien, hacer una revisión antes de empezar la etapa escolar a los 3 años de edad para determinar si está preparado para iniciar el proceso de adquisición de la lectoescritura.
